miércoles, 28 de marzo de 2018

Relatos de Skinwalkers 1

imagen tomada de: http://kynkyarelatos.blogspot.mx/2015/05/luna-llena.html

Los skynwalkers, cambia pieles o caminantes de piel, son brujos con la capacidad de tomar la forma de un animal, o bien pueden presentarse como individuos muy grandes y de largas extremidades (tipo slenderman), tienen la capacidad de imitar las voces, los rostros y hasta los cuerpos de personas y animales para atraer a sus victimas.

Esta es una leyenda navajo, que tiene mucho en común con la leyenda mexicana del nahual.

A continuación estarán algunos relatos sobre estos seres.

Visitando a los abuelos

La primera vez que vi un cambia pieles fue cuando tenía diez años, mis abuelos vivían en una granja, muy cerca de un frondoso bosque. Cada verano mis padres, mis tíos, mis dos primos y yo íbamos a visitarlos. Era un sitio bonito y tranquilo, donde gustábamos de ir de pesca, cazar y hacer fogatas.

Aquel día en especial, los adultos habían ido por comida para los animales, mis primos estaban en la casa, no recuerdo que hacían, pero yo estaba solo en el patio, cerca del corral de los cerdos disparando con una pistola de postas a algunas latas. En mi mente los recuerdos son algo confusos, pero creo que durante todo el día estuve nervioso, sentía como si alguien estuviera mirándome en todo momento, pero siempre que me aventuraba a voltear, me encontraba con que no había nadie.

Sin embargo siendo un niño, lo que menos quería era asustarme o aburrirme así que seguí disparando a las latas, cuando luego de un rato de sentir esa molesta sensación en la nuca, escuche una risa, y fue entonces cuando lo vi.

Estaba parado frente a mí, al lado de uno de los primeros arboles del bosque, una criatura enorme, cubierta de pelo gris, su rostro era como el de un lobo, pero su torso era gigantesco, como el de un hombre corpulento. No recuerdo si tenía cola, tampoco sus piernas, solo recuerdo que esa cosa estaba sonriendo, enseñándome sus blancos colmillos.

Me congele por el miedo, esa cosa me miro ladeando su horrible cara, y luego salió corriendo hacia el bosque a una velocidad imposible.

Asustado me metí a la casa gritando, mis primos acudieron rápidamente en mi auxilio, no puedo recordar que les dije, pero si recuerdo que mi primo mayor tomo el rifle del abuelo y salió, yo y su hermano salimos detrás de él, dimos una vuelta a la casa, nos acercamos al bosque, pero no había nada.

Regresamos a la casa, mis primos intentaban tranquilizarme, pensaban que quizás había visto a alguna persona que vivía en la calle, o a un lobo, no lo recuerdo del todo, pero sé que fueron muy pacientes, y que en ningún momento me trataron de loco. Sencillamente, buscaban una explicación racional.

Sin embargo, aquella noche, pude escuchar al cambia pieles afuera de mi ventana, gruñendo., en esa ocasión mi primo mayor se levantó y estando a punto de salir de la habitación, su padre, ósea mi tío abrió la puerta.
Aún recuerdo las palabras de mi primo.

“¿Papá?, ¿Qué haces aquí? Si acabo de escucharte allá afuera.”

“Yo me acabo de levantar, escuchamos ruidos afuera, tu tío y tu abuelo fueron a investigar, yo quería ver primero que ustedes estuvieran bien”

No puedo describir el miedo que sentí al escuchar aquello.

A la mañana siguiente le conté lo que vi a los adultos, no me tomaron en serio en ese momento, pero más tarde cuando mi tío me llevo con él a limpiar los establos, me conto sobre los cambia pieles, criaturas capaces de imitar voces humanas, tomar forma animal, muy fuertes y rápidas que buscan hacer daño a las personas.

Por suerte —me dijo— no resisten las balas.


Al lado del manzano

Cuando era una niña, vivía con mis padres en una pequeña colonia que recién comenzaba, situada entre dos estados, la cual estaba lejos de casi todo, pero por suerte había suficiente transporte público, y teníamos todos los servicios.

La colonia comprendía un total de quince calles, de las cuales solo diez estaban totalmente terminadas, y las otras en proceso de construcción. Además no todas las casas estaban habitadas, y además la colonia estaba rodeada por un extenso campo abierto.

Mi familia y yo vivíamos en una de las ultimas casas de la última calle construida, atrás de la casa se encontraba un complejo de apartamentos en construcción, al lado izquierdo estaban las casas de los otros vecinos, y al lado derecho se encontraba despoblado, por lo que los vecinos que habían, decidieron plantar un manzano, que diera sombra a los niños que salíamos a jugar al campo cada tarde. La ventana de mi habitación daba a ese manzano, como estaba en el segundo piso de la casa podía ver con claridad todo el campo, y hasta la carretera que estaba más allá.

Mi encuentro con un cambia pieles ocurrió el día en que conectaron la televisión de paga, yo me quede en mi cuarto viendo una película, mientras que mis padres decidieron ir a la tienda, la cual no estaba tan lejos, creo que tardarían unos siete minutos a pie. Como era de día y teníamos cerraduras de seguridad, además de que no tardarían mucho tiempo, decidieron dejarme en casa.

Me quede sola viendo la película, estaba bastante tranquila, ya que el sol iluminaba toda mi habitación, y afuera podía escuchar a algunos pájaros cantar, y escuchaba ladrar a un perro que tenían los vecinos.

Pero de pronto todo quedo en silencio, en mi mente infantil no alcanzaba a entender que pasaba, solo me sentí incomoda, porque a pesar del radiante sol, todo había cambiado, la quietud que albergaba aquel momento no era normal.

Seguí viendo la película, esforzándome por no tener miedo, sabía que mis padres regresarían pronto. Y entonces escuche la voz de mi mamá llamándome por mi nombre, justo debajo de mi ventana.

En ese momento no racionalice que si mi madre estuviera en casa, no me hablaría desde mi ventana, si no que entraría por la puerta principal, o bien me llamaría desde la puerta principal, simplemente, al sentirme tan asustada, el escuchar su voz fue para mí un alivio y me dirigí a la ventana, corrí las cortinas y entonces lo vi.

Parado de pie al lado del manzano, era como un hombre con las piernas muy largas, las manos muy largas, su piel era negra, cubierta de pelo, y su rostro era como el de un perro doberman, pero sin pelaje. Aquella cosa hablaba como mi madre.

Me quede petrificada, y comencé a retroceder, pero en ese momento esa cosa alzo su horrible cara y me miro, mostrando una aterradora sonrisa de filosos dientes. La cosa abrió la boca y de ella salió la voz de mi madre, luego comenzó a caminar hacía mi casa.

Del miedo que sentía me orine, quería gritar, pero no podía, lo único que pude hacer fue observar a ese monstruo acercarse a la casa, con esa macabra sonrisa en su boca.

Pero alguna deidad en el cielo se apiado de mí, supongo, porque antes de que esa cosa se acercara más escuche la voz de mi padre, y el tintinear de sus llaves, aquella cosa también lo escucho, porque se detuvo, ladeo su horrible cabeza, y cuando mi madre me llamó desde la puerta principal, la cosa salió corriendo hacia la carretera.

Lo seguí con la mirada hasta que se perdió en la distancia.

Mis padres subieron a verme, en cuanto los vi, rompí en lágrimas y les conté lo sucedido, ellos creyeron que quizás alguna persona me había querido asustar, o hacer daño, jamás pensaron en algo sobrenatural, para ellos era más coherente pensar en alguien mal intencionado que me causo tanta impresión de tal forma que lo altere todo en mi cabeza para entenderlo de forma más simple, o sea, que yo vi a una persona que me asusto tanto que lo vi como un monstruo.

De cualquier forma mis padres pusieron protecciones en la casa, y avisaron a los vecinos por lo que se organizaron campañas de vigilancia.

Pero pese a todo, algunas veces cuando iba camino a la escuela, o al regresar a casa, pasando por el campo, podía sentir esa sensación de temor, no lo sé, pero creo que aquello seguía vigilándome, esperando por el día en que pudiera llevarme con él, para… no lo sé, y no quiero pensarlo.

Mi pesadilla termino cuando un día, tan pronto como empezó, simplemente deje de sentir esa sensación de miedo, como si aquello se hubiera ido, y me alegra, espero con todas mis fuerzas que haya muerto, y que nunca vuelva a pasar por algo parecido.





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