sábado, 7 de abril de 2018

Encuentros con Skinwalkers

imagen de: http://revistakuadro.com/preparate-para-temblar-de-miedo-con-el-campamento-noctambulante/

En las montañas

Mi nombre es Erick, crecí al norte de Georgia, en una comunidad cercana a las montañas, yo y toda mi familia gustamos de la cacería, la pesca, y todo tipo de actividad que se relacione con la vida en las montañas y el campo.

Tengo  un hermano dos años mayor que yo llamado Damián, con el comparto muchas cosas, como el gusto por los mismos deportes, las películas, los libros y por sobre todo un gusto por la aventura, aunque eso nos ha traído muchos problemas en más de una ocasión, siendo también lo que nos llevó a encontrarnos con un skinwalker.

Un día de verano Damián y yo nos propusimos ir a acampar, nuestros padres no nos acompañaron porque en esos días seria el cumpleaños de una de mis primas, y querían arreglar algunas cosas, así que nos dejaron ir a acampar con la condición de que nos cuidáramos, contestáramos el teléfono cada vez que nos llamaran, y no tardar más de una noche fuera.

Accedimos, preparamos nuestras cosas, en las que incluimos un par de rifles y una navaja estilo suizo que siempre llevo conmigo, es como un amuleto de la suerte para mí.

Damián y yo tenemos una regla cuando acampamos, pese a lo que ocurrió aquella vez, seguimos siguiéndola fielmente, y es la de no acampar cerca de otras personas, ¿el motivo?, bueno, somos un poco paranoicos, y de esta forma evitamos que algún demente nos saque de nuestra tienda de campaña en mitad de la noche para luego desaparecernos.

Como sea, mi hermano y yo levantamos nuestro campamento, llamamos a nuestros padres para informarles que estábamos bien, y darles las buenas noches, luego nos quedamos asando salchichas y malvaviscos y contando anécdotas de la escuela de cada uno, o discutiendo sobre comics y videojuegos, lo usual que siempre hacíamos.

Todo era tan ordinario, que el sonido de pasos nos tomó por sorpresa. Recuerdo que en cuanto escuche los pasos me puse alerta, pues toda una vida en las montañas me ha enseñado a distinguir las pisadas de una persona a las de un animal, y aquellas eran las pisadas de alguien que quiere acercarse a su objetivo sin ser detectado.

Damián lo noto también y agarro su rifle, yo tome una linterna y alumbre hacia el sitio de donde creí que venía el ruido, y ahí comenzó lo extraño, apunte con la linterna hacia la dirección del ruido, pero en cuanto lo hice, el ruido comenzó a escucharse del lado contrario, mi hermano y yo giramos al mismo tiempo apuntando a la vez, el su rifle, yo la linterna, y los pasos volvieron a cambiar de dirección.

Escuchamos un silbido  que iba intensificándose poco a poco, hasta volverse un ruido estridente, los pasos comenzaron a ser más ruidosos y rápidos, recuerdo que pensé que era imposible que alguien pudiera correr y silbar al mismo tiempo a esa velocidad.

Damián bajo el arma por un momento, y enojado grito:

“Alto ya hijo de puta”

El silbido se detuvo, pero no así los pasos, pasos lentos y conscientes que se acercaban a nosotros.

“no te acerques” dijo Damián con el rifle en alto “o te vuelo la cabeza”

Los pasos se detuvieron, y pude escuchar el crujir de una rama, rápidamente apunte con la linterna hacia esa dirección, y lo que vi, me dejo petrificado, de pie frente a nosotros estaba una extraña criatura, erguida sobre sus dos patas que eran muy delgadas y largas, su torso era esquelético, cubierto por jirones de pieles de diversos animales, su piel era muy pálida, sus brazos también eran muy delgados y largos, creo que llegaban hasta el piso, y su rostro, maldita sea, ese horrible rostro.

Era el rostro de un chivo, pero con enormes colmillos y sin piel, como si fuese un cráneo, pero eso no fue lo peor, cuando esa cosa abrió su boca, de ella salió la voz de mi hermano, pero era… diferente, como si fuese una mala grabación de la voz de mi hermano que repetía la frase “alto ya”, pero con mucha estática.

Me asuste tanto que eche a correr, pude escuchar el disparo del rifle de Damián, pero no me detuve, corrí y grite pidiendo auxilio, y de entre las sombras surgieron dos halos de luz, eran unos chicos, que al escuchar mis gritos acudieron en mi auxilio.

Me preguntaron que como estaba, que era lo que había pasado, y bueno, lo típico. Damián llegó corriendo con el rifle entre las manos, los chicos le tuvieron miedo, quizás por el arma, o por el rostro de mi hermano que seguramente era de pánico absoluto. Yo les explique que era mi hermano, y que nos habíamos encontrado con un animal muy extraño, yo no pude dar una descripción muy buena, Damián dijo que no pudo verlo bien, pero que era demasiado rápido.

Los chicos que acudieron a nuestra ayuda nos acompañaron por nuestras cosas mientras escuchaban nuestra historia, y fue uno de ellos que nos contó la leyenda de los skinwalker, y que quizás nos habíamos metido en su zona de caza, en el momento no le pudimos creer, ya que necesitábamos algo mejor que una explicación como esa, y bueno, aun seguíamos bastante asustados.

No sé bien que hizo el muchacho, pero tardo unos minutos en el campamento que él y su acompañante habían montado, un “hechizo” para protegernos de esa criatura, aunque Damián y yo preferíamos nuestras armas a un truco.


Pero supongo que lo que haya hecho funciono, pues nunca más hemos vuelto a toparnos con un skinwalker o con nada sobrenatural, así que Michael, supongo que te debemos la vida.

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