jueves, 6 de junio de 2013

El perro confidente


Casi en todo el mundo hay pueblos aislados de las grandes ciudades, algunos no están nada atrasados con respecto a la tecnología de las grandes metrópolis pero otros parecieran haberse estancado en el tiempo.

Nuestra historia transcurre en un pueblo conservador y un tanto atrasado en tecnología, un pueblito en medio de las montañas, limpio, ordenado, y sobre todo tranquilo. Aquel sitio solo cuenta con cuatro escuelas, un hospital, y un cine, también un rio y un solo hotel, solo hay una carretera que conduce hasta él, y aunque no suelen llegar muchos turistas, de vez en cuando alguno se deja caer por sus paisajes de ensueño.

A este idílico pueblecito de las montañas llego una pareja de recién casados, un pintor de carteles publicitarios y una aspirante a novelista que se dedicaba a escribir columnas en los periódicos. Llegaron a ese sitio buscando una vida pacifica, y eso tuvieron por mucho tiempo, inclusive la señora pudo escribir un par de libros que se vendieron bastante bien.

Habían comprado una casa en las orillas del pueblo, era el sitio perfecto pues estaban lo bastante cerca de este como para comprar sus cosas, pero también lo suficientemente apartados para mantener su privacidad y su paz. Y fue entonces cuando se plantearon la idea de hacer crecer la familia, cosa a la que el hombre le tenía mucho miedo.

—Vamos Dorian, sería lindo tener un bebe, imagínatelo, corriendo por toda la casa, llevándolo de pesca…

—Pero Julie, por favor, no sé, siento que aún no estoy listo, y si empezamos por algo… menos demandante…

— ¿Cómo qué?

—Un perrito, si un perrito

Fue la primera discusión de la pareja, pero Julie, la esposa, entendiendo que Dorian había crecido sin su padre, decidió darle una oportunidad y adoptaron a un perro del refugio de animales del pueblo, no tenían muchos, pero ocurrió que aquel perro de raza pastor Alemán había quedado sin casa, ya que su dueño había muerto y no había nadie que lo cuidara, era tan obediente y manso, que pronto el joven matrimonio se decidió que querían a Rex en su vida.

Y pareció hacerles mucho bien, pues Dorian podía relajarse mientras Julie escribía, cada tarde sacaba a Rex a dar largos caminos por el rio, algunas veces lo hacía Julie pero en la mañana, Rex era el perro ideal, y a ojos de Julie, Dorian era el esposo ideal, desde que llegó el perro, Dorian se volvió más ordenado y seguro de sí mismo.

Todo parecía ser miel sobre hojuelas, y para la cereza del pastel, en cinco meses, Julie y Dorian ya esperaban un bebe.

Claro que con esto, Rex se tenía que quedar en el patio de atrás, y era sacado a pasear en la mañana y en la tarde por Dorian.

Pero ocurrió que mientras los felices Dorian y Julie vivían su vida de ensueño, en el pueblo comenzaron a ocurrir cosas extrañas. Una mañana un par de excursionistas llegaron al pueblo, fueron al rio y de allí en adelante no se supo más de ellos, los guardabosques los buscaron pero no encontraron nada.

Luego la historia volvió a repetirse, pero esta vez los turistas habían dejado sus coches en el bosque, y en ellos se encontraron pedazos de pelo y manchas de sangre, la policía comenzó a preocuparse, quizás un animal salvaje peligroso rondara en aquella zona, no sería raro, pues de vez en cuando en las comunidades cercanas a la naturaleza, algún animal del bosque o las montañas sale de su territorio a buscar comida. Y eso hubieran seguido creyendo de no ser porque las desapariciones fueron en aumento, y no solo por los pocos turistas que llegaban al pueblo, sino por los niños del pueblo.

Julie estaba preocupada, esperaban un bebe y el saber que había un loco secuestrando niños le atemorizaba, Dorian le decía que iban  estar bien, que tenían a Rex y que el pueblo pronto volvería a ser seguro.

Pasaron los meses, nunca encontraron al roba niños, ni al animal que mataba a la gente, incluso se había mandado un investigador de la ciudad, pero el sujeto desapareció, y con él fue el cese de los crímenes.

Pero ocurrió que un día, como cualquier otro, Dorian salió en la tarde a dar la vuelta con Rex, la vuelta que usualmente duraba una hora se alargó a cinco, y Julie estaba preocupada, así que decidió llamar a la policía del pueblo.

Entre los oficiales del pueblo y los guardabosques buscaron a Dorian por un largo rato, hasta que uno de ellos lo encontró en el sendero que llevaba al rio, Dorian estaba herido, cojeaba del pie derecho y uno de sus hombros sangraba, a su lado y con el hocico cubierto de sangre iba Rex.
Julie se lanzó a sus brazos en cuanto lo vio.

—Dorian, cielo santo, Dorian, ¿pero qué te paso?

—Calma Julie, en el bosque me ataco un lobo, o algo así, pero Rex lo ahuyento, además me caí pero…estoy bien

Llevaron a Dorian al médico, a pesar de que él no quería, y aunque la historia del lobo era bastante creíble por las magulladuras en su pierna, el corte que llevaba en el hombro era demasiado fino como para haber sido hecho con garras, más parecía que le habían enterrado un cuchillo. Pero nadie dijo nada, había sido un día traumático para los jóvenes y los dejaron irse a casa.

Los días pasaron en calma, Dorian progresaba bastante bien atendido por Julie, la vida volvía a la normalidad, excepto por Rex.

El perro estaba bastante inquiero, agresivo y no quería comer ya su alimento, Julie pensó que era porque ya no lo sacaban a pasear, así que un día en la mañana mientras Dorian todavía dormía, Julie le puso la correa a Rex y se dispuso a sacarlo a pasear, ya lo había hecho antes, así que ¿Qué podía salir mal?

Julie no podía controlar a Rex, el animal se jalaba demasiado e insistía en irse al bosque. Julie estaba embarazada de tres meses y no podía esforzarse mucho, así que termino por soltar al perro.

Un joven vecino que por allí pasaba se ofreció a ayudarle a atrapar al perro y ambos se adentraron al bosque, hasta que Rex llego a una pequeña cueva escondida en las montañas, estaba muy oscuro y un intenso olor a podredumbre emanaba de la cueva.

Julie llamo al perro varias veces, pero como este no salía, tuvieron que entrar. El joven llevaba una linterna, con la cual pudieron ver al perro que devoraba algo con gran entusiasmo, algo que olía realmente mal, a tal punto que Julie vomito.

El joven se acercó al perro, y con horror descubrió que aquello de lo que el perro se alimentaba era el cuerpo de una persona.

Rex le gruño con los dientes cubiertos de sangre, el joven blandió la linterna como si fuera una espada, y el perro se le echó encima, aplastándole el pecho, y lanzándole dentelladas que solo eran retenidas por la linterna del joven.

Al ver la escena Julie comenzó a gritarle al perro y al lanzarle piedras, una le dio en el ojo y el animal salió corriendo.

— ¿Esta bien?

—No señora, mire, mire

El joven enfoco el cadáver del que Rex se había estado alimentando, y Julie grito de horror, luego la luz se enfocó más al fondo, y allí, amontonados en pila había varios cuerpos mutilados. Al lado de la pila de cuerpos había una mesita de madera llena de sangre, con varios cuchillos y hachas, y en la pared de piedra, una estantería de madera, y sobre ella la motosierra de Dorian que le había regalado su madre el año pasado.

—Hay que ir con la policía, ¿Recordaras el camino?

—Claro señora

Salieron rápidamente de aquella cueva del infierno, y fueron al pueblo, de inmediato los guardabosques y el joven fueron a la cueva, donde descubrieron  alrededor de cincuenta cuerpos, todos ellos mutilados y destrozados, entre ellos estaba el cuerpo del inspector de la ciudad y los de varios niños del pueblo.


Por otra parte los policías del pueblo junto con Julie habían ido a la casa, pero al llegar Dorian ya no estaba y Rex tampoco.

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